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Mapa del conflicto |
Atravesar el tramo que separa Tacna
(Perú) de Arica (Chile) supuso uno de los momentos más locos del
viaje. A ambos lados de esa línea imaginaria que supone cualquier
frontera el terreno desértico y áspero se empeña en contradecir
las diferencias del discurso nacional. Diferentes países para una
misma tierra; sus pobladores tienen más rasgos en común que
diferencias. Por ejemplo, ser, para sus respectivos Estados, meros
apéndices funcionales; orillas de sus metrópolis que cumplen la
función de contención y desagüe. Sin embargo, la actual situación
fronteriza tiene tintes dramáticos. Los túneles construidos desde
el borde chileno parecen ser un hervidero en estos días repletos de
maniobras a la espera de la orden ministerial que de comienzo a un
enfrentamiento que se atisba inevitable. Lo que más curiosidad me
despertó fue lo recurrente del tema en las conversaciones habituales
a partir de Arica, circunstancia que se contraponía a la nula
presencia del mismo en las charlas de sus vecinos del Norte.
Pareciera como si el chileno medio (si es que acaso existe ese
concepto) deseara una confrontación militar con el Perú, o al menos
eso se desprende de las variadas conversaciones que mantuve a lo
largo de este país.
El conflicto tiene su origen en la
guerra del Pacífico, de 1883, que terminó sin un acuerdo específico
sobre la división marítima entre ambos países y que propició
efectos negativos especialmente para un tercero en discordia,
Bolivia, que perdió una importante extensión con salida al océano
incluida. No obstante, el pequeño país andino parece tener bastante
con la miseria y la explotación que padece. La cuestión es que el
caso llegó al Tribunal Internacional de La Haya, en vista a la
reiterada negación por parte del gobierno chileno de comenzar las
negociaciones con su homólogo peruano. Sin embargo, este hecho no
supone nada significativo para una parte (importante parece) de la
población chilena que no contempla la posibilidad de revisar sus
fronteras marinas y vería con buenos ojos la posibilidad de la
guerra. Más allá de las consideraciones técnicas y legalistas, mi
espanto se produce al comprobar la sin razón bélica justificada
desde esa especie de opinión pública. El ejecutivo de Piñeira ya
ha corroborado que, sea cual sea la decisión que se tome en el Alto
Tribunal, ellos no acataran una resolución contraria a sus
intereses. Es decir, si les dan la razón genial; en caso contrario,
que Perú se prepare para una acción invasiva.
El negocio empresarial de las guerras
es el más macabro rostro de la lógica capitalista. Chile lo sabe, y
como buen baluarte de la doctrina neoliberal, reconoce en el
enfrentamiento una interesante vía de aumentar los rendimientos de
su industria militar. Además, es consciente de la ventaja
tecnológica y logística respecto a su previsible adversario que se
haya tremendamente mermado en este terreno debido a su situación
interna inestable y a la corrupción gubernamental fuertemente
arraigada que ha llegado al absurdo de adquirir aviones de combate
que ni podían volar y carros de asalto que no arrancaban. Las
guerras son escenarios indeseables pero en este caso, además, nos
encontraríamos ante una guerra desigual y desleal. Cabe destacar que
Chile ejerce un poderoso control sobre otros países de su entorno en
su papel de potencia patrocinada por el poder financiero mundial
dentro de su marco de influencia siendo Perú el país en el que la
invasión económica es más pronunciada. Numerosas empresas ejercen
a través del dumping el
empobrecimiento sistemático de la economía nacional peruana en
diversos campos, especialmente la alimentación y el transporte. Todo
esto ocurre, por supuesto, con el beneplácito del gobierno de turno
en Perú.
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Pescadores chilenos y peruanos hermanados. |
Así
pues, una vez más, el resultado es el esperado. Ciudadanos
enfrentados por sus gobernantes y por los intereses económicos que
los controlan y que deciden desde los cómodos despachos de Santiago
y de Lima mientras se sientan a ver cómo crece la crispación, el
odio y las mentiras cruzadas para asentar en el imaginario colectivo
que la guerra es el único medio deseable para mantener los intereses
nacionales a salvo. Mientras escribo esto me pregunto por esas gentes
que, de uno y otro lado, sobreviven a ambos márgenes de la frontera.
Me pregunto por esos convecinos que viven separados por unos cuantos
metros, que comparten un mismo idioma, un mismo pasado de invasiones
y muerte, una misma tierra de dunas y mares helados... un mismo
océano en el que pescar. Y es que, al final, ese es el fondo de
todo.
¿Quién tiene más derecho a explotar esas aguas?
¿Hasta
dónde llega la sin razón para enfrentar a estxs pescadorxs que
comparten una misma tierra? ¿Acabaran
a tiros, de nuevo, lxs pobres de ambos países?
Más info:
- http://mexico.cnn.com/mundo/2012/12/06/chile-y-peru-buscan-en-la-haya-acabar-con-un-conflicto-de-mas-de-120-anos
- http://www.larepublica.pe/02-12-2012/en-arequipa-temen-guerra-si-peru-gana-en-la-haya
- http://www.larepublica.pe/02-12-2012/la-frontera-que-no-los-separa
- http://fahrenheit2012.wordpress.com/2012/12/05/predicciones-de-una-guerra-de-chile-contra-peru-luego-del-fallo-de-la-haya/
- http://www.guioteca.com/internacional/claves-para-entender-el-conflicto-chile-peru-ante-la-haya/
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