Enmascarado como un proyecto de
“desarrollo sostenible”, esa cuña de nueva acepción que tanto
gusta dentro del circo democrático, se presentó el año pasado el
denominado Plan Norte, un negocio empresarial que pretende explotar
las cuencas mineras del norte de la región. Una vasta zona de bosque
boreal, ya de por sí sacudido por una deforestación incontrolada,
que ve como ahora es amenazada por la gigante Hydro-Quebec. En esta
región viven cerca de 150.000 habitantes indígenas de diferentes
clanes: Inuits, Cris, Naskapis e Innus; una región de más de
1.000.000 de km2 que representa el 70% del territorio total de
Quebec. Es decir, un nuevo ataque de la máquina capitalista empeñada
en esquilmar hasta el último rincón del planeta en pos de un
supuesto progreso que ya nadie reconoce como tal.
Al igual que en otras partes del globo,
la lucha contra este ataque a los recursos del planeta y a las
diferentes formas de vida que llevan habitando esa zona desde tiempos
ancestrales no se ha hecho esperar. En Montreal fuimos testigos de
como se estaban organizando grupos de personas para apoyar la lucha
de los pobladores del norte de Quebec en una acción coordinada de
resistencia en la que estos grupos acudirían para permanecer en los
bosques y bloquear y sabotear el avance del proyecto. Por supuesto,
la maquinaria propagandística ha hecho su trabajo y el proyecto ha
sido vendido como un paso más en la explotación “necesaria”
para mantener un “desarrollo sustentable” puesto que las
políticas neoliberales consideran prioritaria la explotación de las
zonas mineras, todo esto sin tener en cuenta, por supuesto, las
consecuencias a largo plazo para el ecosistema y los pueblos de esta
zona. Con la excusa de proteger el 20 % del territorio con la
creación de reservas naturales y proyectos de ecoturismo, la élite
financiera pretende explotar el 80% restante entregándoselo a
Hydro-Quebec y otras empresas mineras. Es decir, solo vale aquello
que produce un beneficio económico y que, además, no tiene una
consecuencia positiva en los lugareños pues estos beneficios recalan
en el ámbito privado. En este sentido cabe destacar que las empresas
mineras acostumbran a no pagar los impuestos a los que están
obligados, defraudando al fisco, hecho que en Quebec (y el resto de
Canadá) supone un insulto pues la población se ve sometida al pago
de unos impuestos indirectos exorbitados.
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Más info:
http://rabble.ca/news/2012/04/jean-charests-destructive-plan-nord
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