viernes, 12 de octubre de 2012

MEDELLÍN Y LA VENTA AMBULANTE. El último reducto ya está en el punto de mira.

Las paredes hablan (Popayán en solidaridad)
Es viernes, 5 de Octubre. Ayer llegué a Medellín, la famosa ciudad de Pablo Escobar que, hace poco menos de 15 años vivía controlada por la mafia del cárter y las promesas de dinero fácil y rápido para una generación de jóvenes sin recursos. Hoy, 15 años después, apenas queda el recuerdo de esos tiempos que lxs paisas (lxs habitantes de Medellín) tratan de borrar de sus vidas, aunque la simpatía por Escobar se respire en las casas de comida del casco viejo. Mientras paseo por la plazoleta de San Ignacio, cámara en mano y ojos bien abiertos, se me acerca un policía pidiéndome la identificación. Piensa que soy periodista. La razón: los fuertes disturbios que hace 2 días arrancaron a escasos metros de donde estamos tras los enfrentamientos entre la ESMAD (la brigada antidisturbios) y lxs vendedorxs ambulantes de la ciudad.

Resulta que el alcalde de la ciudad, Anibal Gavíria, está dispuesto a erradicar el trabajo en negro de las calles de la urbe. Lxs ambulantes, que venden de todo desde que Medellín es Medellín (o desde que el mundo es mundo), al igual que en la mayoría de ciudades colombianas (al menos en las que he estado), están en el punto de mira gubernamental. Al no pagar impuestos, el aparato estatal no recauda lo que debe. Y digo debe porque resulta que esta ciudad se encuentra en un proceso complicado, con unas severas deudas. Tras los años 90, los años de la “droga”, las autoridades locales iniciaron un plan de rehabilitación y modernización bastante importante. De hecho, choca bastante el mantenimiento y funciones de servicios como el metro o el Parque Arví, precisamente por lo bueno y bien hecho en comparación con otras ciudades del país. Pero este proceso, que sirvió para mejorar la vida de lxs paisas (pero, sobre todo, para dar una imagen de progreso y seguridad hacia el turista), claro esta, no es gratis. Y lxs acreedores reclaman su pedazo del pastel con grandes intereses.

Marcha del 3 de Octubre en Medellín
El problema es que esta razón de fondo que plantea el ayuntamiento es muy discutible. En primer lugar, tanto el servicio de metro como la explotación del Parque Arví se hayan en manos de corporaciones privadas adjudicadas a dedo por el gobierno de la ciudad. En segundo término, los precios de ambos servicios ya se hayan lo suficientemente remunerados como para recuperar, con el tiempo, la inversión realizada, siempre y cuando, claro esta, no se hubiera “regalado” su gerencia al mejor postor. Y por último, es muy dudoso que el fin último del ejecutivo sea el que dice, pues implementar el cobro de impuestos a estxs pequeñxs comerciantes parece una obra quijotesca, muy difícil de poner en marcha, si no es borrándolos del mapa por lo menos a la inmensa mayoría de ellxs. Además, solo hay que darse una vuelta por estas latitudes para entender que la venta ambulante es no solo un signo identificativo y cultural aquí, sino el medio más común de ganarse la vida, precisamente para las personas que este sistema, con la connivencia del Estado colombiano, ha empujado a la marginación y a romperse la cabeza buscándose la vida. Personas que son, por supuesto, la inmensa mayoría de la población.

Así pues, el objetivo fundamental debe ser otro. Y hay es donde se intuye que, quizás, este sea salvaguardar los intereses de las grandes corporaciones, especialmente los almacenes y grandes superficies que van abriéndose paso salvajemente condenando al pequeño comercio y al vendedor callejero a una situación cada vez más dramática. Resulta espantoso comprobar como el mundo entero parece dirigirse irremediablemente a las hileras de productos prefabricados en grandes superficies, ofreciendo una calidad mucho peor y encima eliminando infinidad de puestos de trabajo mientras se olvida del mercado, de la plaza, de la calle. Una campaña institucional y mediática en la que la propaganda y la puesta en escena del “nuevo producto” pretenden ahogar, aquí también, a lxs vendedorxs habituales de lxs ciudadanxs. Es el último episodio del expolio. La sociedad colombiana, como el resto de gentes en sudamerica, ha visto como el colonialismo económico ha ido acaparando todos los ámbitos de la relaciones comerciales; y ahora pretende hacer negocio con uno de los últimos reductos: la alimentación y las ventas minoristas. Sin reforma agraria, sin industria nacional y, ahora, sin poder buscarse la calma del día a día. Porque aquí se vive así, al día. Sin embargo, me ha sorprendido la capacidad de una parte importante de la sociedad colombiana, desencantada en general de la política, pero con la suficiente personalidad como para entender las razones de lxs que protestan.

Los almacenes Éxito. La gran amenaza.
Tras darle el pasaporte y comprobar que realmente no estoy allí por motivos periodísticos, el policía me devuelve el documento y se va. Al darme la vuelta entiendo porque se ha pensado que era de la prensa. Una dotación de la ESMAD, parapetada como una especie de guerrerxs del futuro, con unas protecciones que les cubren de los tobillos a la frente, se encuentra preparada para reprimir la nueva marcha convocada por lxs manifestantes. Es la segunda en tres días. Analizando los medios de unxs y otrxs, cuesta creer la noticia de que 2 policías resultaran heridxs. El saldo de la primera concentración se cerró con 40 detenciones, 15 de ellas de menores de edad, y numerosos destrozos en grandes comercios y edificios públicos, especialmente el mega supermercado Éxito (cadena que se extiende como una gran hidra por todo el país) del barrio de San Antonio. Parece, por tanto, que lxs que protestan saben qué es lo que esta en juego, qué intereses se están defendiendo por parte de los poderes públicos y quienes son los enemigos; esto es, las grandes cadenas.

Mientras espero la buseta para volver a Santa Elena, una columna de gentes inunda la calle adyacente. Hay mucho joven y mucha rabia. El enfrentamiento esta servido. La “tranquila” Colombia que venden los tour operadores y la televisión va entendiendo, poco a poco, cuales son los siguientes “requisitos” en el juego neoliberal. Falta saber si no será demasiado tarde, si los tentáculos ya están demasiado preparados y si realmente tienen una alternativa real a este estado de cosas sin tener que derivar en un enfrentamiento social en el que, por supuesto, tienen todas las de perder. Subo al bus. Una columna de humo se levanta sobre Medellín.

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