![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWJ3xJbjVNrpdg_nrrE_KD-wSkvOzCpPGCi2u1Kbqi9pUepac5_oo1ZKOadLQcuM8RpC3S8uwgH2CnmsrS2H-Yg-N90mFFHChHiEpvzSoyth5DyyJo-vFqnKdFtKozbUBQvr9E6zsqj2fE/s320/militar.jpg)
En un solo trayecto llegué a vivir el
absurdo de 3 retenes consecutivos en menos de 30 km que nos hicieron
bajar y ser revisados, como si todo ese dispensario en equipamiento
no sirviera para comunicarse por radio y avisar de que tal autobus
esta limpio. La gente esta cansada. Además, los abultados sueldos de
las fuerzas represivas y su actitud de superioridad generalizada
respecto de los civiles va causando mella en la sociedad, que poco a
poco va aumentando su desprecio por unas fuerzas armadas que no
sienten como suyas. Todo atiende a una estrategia sistémica en la
que mandan las grandes fortunas y los intereses de los grandes
propietarios que ven en las reclamaciones históricas de la guerrilla
(muchas veces encarnadas en sectores de trabajadores en la actualidad y ya no en la propia guerrilla) una amenaza patentehacia sus intereses. Si bien es cierto que esta última no ha hecho
más que ganarse a pulso la indiferencia popular (cuando no el
rechazo), una parte creciente de la sociedad va comprendiendo que
todo es una farsa y que el dinero que es invertido en defensa bien
podría destinarse a luchar contra las causas de un conflicto que
no deja de ser el conflicto de siempre, el conflicto de cualquier
parte: el injusto reparto de la riqueza y la acumulación de esta en
pocas manos que no hacen más que perpetuar su status sin reinvertir
sus ganancias en mejorar las condiciones de la vida del país.
Los métodos para captar nuevos
integrantes son definitorios. Gentes humildes que fueron desplazadas
de sus tierras y que no han sabido comprender quien es el enemigo acaban engrosando las filas del aparato que les había
expulsado; se encuentran luchando para defender los intereses de sus
verdugos y disparando a lxs que pelean por mejorar las condiciones de
sus iguales. El mundo al revés; el absurdo mundo que deja a
Colombia, un país empobrecido y preso de los desgnios de sus
inversores extranjeros, con una militarización creciente que, lejos
de apaciguar sus conflcitos, no hace más que reavivarlos. Así,
Colombia tiene el honor de ocupar un aberrante tercer escalón en el
podio de las inversiones en seguridad con relación a su Producto
Interior Bruto, sólo superado por Israel (8,7%) y Burundi (6,3%). Por
no hablar de las cantidades recibidas de forma indirecta desde
Estados Unidos en campañas como el famoso Plan Colombia.
Ante una creciente conflicitividad social, fruto de la expresiones cada vez más descaradas de la desigualdad en el seno de las jóvenes democracias sudamericanas y de los anhelos inalcanzados de una población acostumbrada a la sumisión, la respuesta de los gobiernos, como en el caso de Colombia, es la porra y las balas. Mientras tanto, la educación, el acceso a la información y el trabajo, la industria, la reforma agraria y las políticas sociales se quedan, ahogadas, en el fondo de las agendas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario