El grupo
indígena más numeroso de Colombia (con un 20% sobre el total
indígena) habita las llanuras y páramos desérticos de La Guajira,
en el noreste del país. Es un pueblo famoso por su histórica lucha
frente a otros pueblos precolombinos y su resistencia frente a los
españoles que nunca fueron capaces de someterlo. No fue hasta el s
XIX que los gobiernos de Colombia y Venezuela comenzaron su plan de
“integración” para estas comunidades que, sin embargo, han
conseguido mantener una autonomía única en ámbitos como la
administración de justicia o el pago de impuestos. Quien visita el
norte de Colombia conoce a estas gentes de rostro adusto y serio,
marcado por el calor y el sol, y una historia de saqueos, extorsión
y perseverancia en sus ideales.
La pesca, el
pastoreo de cabras y el floreciente turismo son las herramientas con
las que cuenta este pueblo desplazado cada vez más hacia zonas
desérticas en donde se ve obligado a abandonar la horticultura,
práctica tradicional en su trayectoria histórica. Pero parece que
lejos de terminar, las pruebas del destino siguen firmes y variadas
para lxs wayuu. A los problemas tradicionales de los pueblos
indígenas actuales hay que sumarle las extremas condiciones
ambientales de las zonas en que han sido arrinconadxs, la presencia
de la ESMAD (nuestros antidisturbios) en la zona que actúa con
absoluta impunidad (llegando a cometer matanzas y violaciones como la
de Bahía Portete) y un modelo económico y turístico centrado en el
usar y tirar y que tiene en el plástico su musa absoluta. Lo de la
ESMAD bien merece un artículo aparte, pues nos hayamos ante un
cuerpo paramilitar totalmente legal que ha ido creciendo en los
últimos 10 años con el objetivo de aplastar cualquier signo de
protesta social; especialmente con los movimientos estudiantiles. Y
tres cuartas partes ocurre con el tema del plástico. Sin duda, el
mayor cáncer que sufre la totalidad del planeta. Allá por donde he
pasado es imposible no encontrar montones de plásticos y envoltorios
amontonados: mares, ríos, montañas, valles, desiertos... parece que
ya nada escapa a esta maldición tan cotidiana. El desierto de La
Guajira no es una excepción al respecto. Es lamentable ver como un
lugar tan hermosos y salvaje tiene que soportar esos residuos; un
lugar que no esta hecho para el ser humano, pero en el que este es
capaz de llegar, asentarse y acabar afeándolo.
![]() |
Camorristas de la ESMAD imponiendo La Ley en Rioacha |
En Camarones,
uno de esos pueblitos de pescadores perdidos en los que uno echa el
día pescando y tumbado a la bartola, me encontré con uno de los
líderes indígenas wayuu más viejos del lugar. Me contó los
problemas de su pueblo: la falta de infraestructuras, las promesas
incumplidas de los diversos gobiernos estatales, el encarecimiento de
la vida y la falta de soluciones a corto plazo, las intrigas
sindicales y los favores del poder. Una conversación muy interesante
en la que comprobé que aunque la corrupción está en todas partes,
también en todas partes esta la honestidad y la lucha humilde de lxs
que no descansan en la tarea de ayudar a sus comunidades y hacerse
respetar.
En el cabo de la
vela y toda la Alta Guajira los problemas que comentaba se
acrecientan. A lxs pobladores de estas tierras primero se les
persiguió durante siglos, finalmente se les conquistó y ahora,
después de la pérdida en personas y en ciertas leyes y estructuras
de administración de la justicia popular, resulta que el ejército
no llega hasta estas latitudes. Precisamente en Colombia, un país
avergonzantemente militarizado. El dato, pudiendo en apariencia no
ser malo, es nefasto. Las bandas de asaltantes campan a sus anchas y
no precisamente para iniciar un levantamiento popular. El cóctel del
atractivo turístico y la falta de recursos de la zona, mezclado con
unos tópicos interesadamente idealizados sobre el consumismo y la
cultura occidental, recae sobre los jóvenes de Rioacha de forma
clara: sus ídolos no son el subcomandante Marcos o el Che sino Messi
y Cristiano Ronaldo. Resultado: el aumento de la tasa de pequeños
robos, la adicción al pegamento base y la apertura de nuevos centros
comerciales con el rostro de los “nuevos dioses”. La mafia ha
sustituido al Estado, pero los problemas indígenas persisten.
Lxs wayuu, un
pueblo milenario con una rica lengua propia (hablada por el 97% de su
población frente al 65% que habla español) y un curriculum
de resistencia política y cultural a prueba de bombas, se haya de
nuevo en peligro. Con una encrucijada en la que “liberados”como
nunca se hayan “prisioneros” para siempre. Ojalá no pierda esta
tierra ese aire añejo y autentico que uno puede respirar cuando
pasea por el mercado de Uribia y lxs indígenas arrancan un nuevo
día, cargados de tradiciones, batallas y nuevos enemigos.
Más info en:
http://www.verdadabierta.com/la-historia/3202-la-masacre-de-bahia-portete
http://www.revistaescala.com/attachments/439_caracterizaci%C3%B3n-del-pueblo-Wayuu.pdf
http://pueblowayuu.blogspot.com/
http://kaosenlared.net/america-latina/item/31183-ante-la-creciente-movilizacion-social-en-la-guajira-la-respuesta-es-el-esmad.html
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