miércoles, 3 de octubre de 2012

WAYUU. Un pueblo de luchadorxs.

El grupo indígena más numeroso de Colombia (con un 20% sobre el total indígena) habita las llanuras y páramos desérticos de La Guajira, en el noreste del país. Es un pueblo famoso por su histórica lucha frente a otros pueblos precolombinos y su resistencia frente a los españoles que nunca fueron capaces de someterlo. No fue hasta el s XIX que los gobiernos de Colombia y Venezuela comenzaron su plan de “integración” para estas comunidades que, sin embargo, han conseguido mantener una autonomía única en ámbitos como la administración de justicia o el pago de impuestos. Quien visita el norte de Colombia conoce a estas gentes de rostro adusto y serio, marcado por el calor y el sol, y una historia de saqueos, extorsión y perseverancia en sus ideales.

La pesca, el pastoreo de cabras y el floreciente turismo son las herramientas con las que cuenta este pueblo desplazado cada vez más hacia zonas desérticas en donde se ve obligado a abandonar la horticultura, práctica tradicional en su trayectoria histórica. Pero parece que lejos de terminar, las pruebas del destino siguen firmes y variadas para lxs wayuu. A los problemas tradicionales de los pueblos indígenas actuales hay que sumarle las extremas condiciones ambientales de las zonas en que han sido arrinconadxs, la presencia de la ESMAD (nuestros antidisturbios) en la zona que actúa con absoluta impunidad (llegando a cometer matanzas y violaciones como la de Bahía Portete) y un modelo económico y turístico centrado en el usar y tirar y que tiene en el plástico su musa absoluta. Lo de la ESMAD bien merece un artículo aparte, pues nos hayamos ante un cuerpo paramilitar totalmente legal que ha ido creciendo en los últimos 10 años con el objetivo de aplastar cualquier signo de protesta social; especialmente con los movimientos estudiantiles. Y tres cuartas partes ocurre con el tema del plástico. Sin duda, el mayor cáncer que sufre la totalidad del planeta. Allá por donde he pasado es imposible no encontrar montones de plásticos y envoltorios amontonados: mares, ríos, montañas, valles, desiertos... parece que ya nada escapa a esta maldición tan cotidiana. El desierto de La Guajira no es una excepción al respecto. Es lamentable ver como un lugar tan hermosos y salvaje tiene que soportar esos residuos; un lugar que no esta hecho para el ser humano, pero en el que este es capaz de llegar, asentarse y acabar afeándolo.

Camorristas de la ESMAD imponiendo La Ley en Rioacha
En Camarones, uno de esos pueblitos de pescadores perdidos en los que uno echa el día pescando y tumbado a la bartola, me encontré con uno de los líderes indígenas wayuu más viejos del lugar. Me contó los problemas de su pueblo: la falta de infraestructuras, las promesas incumplidas de los diversos gobiernos estatales, el encarecimiento de la vida y la falta de soluciones a corto plazo, las intrigas sindicales y los favores del poder. Una conversación muy interesante en la que comprobé que aunque la corrupción está en todas partes, también en todas partes esta la honestidad y la lucha humilde de lxs que no descansan en la tarea de ayudar a sus comunidades y hacerse respetar.


En el cabo de la vela y toda la Alta Guajira los problemas que comentaba se acrecientan. A lxs pobladores de estas tierras primero se les persiguió durante siglos, finalmente se les conquistó y ahora, después de la pérdida en personas y en ciertas leyes y estructuras de administración de la justicia popular, resulta que el ejército no llega hasta estas latitudes. Precisamente en Colombia, un país avergonzantemente militarizado. El dato, pudiendo en apariencia no ser malo, es nefasto. Las bandas de asaltantes campan a sus anchas y no precisamente para iniciar un levantamiento popular. El cóctel del atractivo turístico y la falta de recursos de la zona, mezclado con unos tópicos interesadamente idealizados sobre el consumismo y la cultura occidental, recae sobre los jóvenes de Rioacha de forma clara: sus ídolos no son el subcomandante Marcos o el Che sino Messi y Cristiano Ronaldo. Resultado: el aumento de la tasa de pequeños robos, la adicción al pegamento base y la apertura de nuevos centros comerciales con el rostro de los “nuevos dioses”. La mafia ha sustituido al Estado, pero los problemas indígenas persisten.

Lxs wayuu, un pueblo milenario con una rica lengua propia (hablada por el 97% de su población frente al 65% que habla español) y un curriculum de resistencia política y cultural a prueba de bombas, se haya de nuevo en peligro. Con una encrucijada en la que “liberados”como nunca se hayan “prisioneros” para siempre. Ojalá no pierda esta tierra ese aire añejo y autentico que uno puede respirar cuando pasea por el mercado de Uribia y lxs indígenas arrancan un nuevo día, cargados de tradiciones, batallas y nuevos enemigos. 

Más info en:

http://www.verdadabierta.com/la-historia/3202-la-masacre-de-bahia-portete

http://www.revistaescala.com/attachments/439_caracterizaci%C3%B3n-del-pueblo-Wayuu.pdf

http://pueblowayuu.blogspot.com/

http://kaosenlared.net/america-latina/item/31183-ante-la-creciente-movilizacion-social-en-la-guajira-la-respuesta-es-el-esmad.html
 

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